lunes, 18 de enero de 2010

La Radio en Panama (Parte I)




El éxito del reggae en español es innegable. Aquel movimiento que inicio en las calles de Panamá, en principio censurado y discriminado, ha conquistado el mundo entero y se ha convertido en parte esencial de la industria de la música. Con espacios exclusivos en los principales charts de música, radioemisoras, canales de televisión, websites, revistas y categorías especializadas en los más importantes certámenes de premiación a la música, el género urbano en español goza de una popularidad envidiable.
Ha arrojado figuras que hoy por hoy son reconocidas mundialmente como superestrellas, y aunque contemos entre ellas con varios representantes panameños lo cierto es que no ha sido suficiente para demostrar lo que desde hace varios años hemos venido reclamando a capa y espada: “nuestra posición de pioneros”. Todos criticamos y enumeramos defectos y errores pero muy pocos sugerimos soluciones sensatas.
Los estándares de calidad en Panamá han crecido en áreas como imagen, mercadeo, videos, producción de shows entre otros pero el producto en si sigue siendo mediocre. El problema va mas allá de que los artistas hagan buena música o no, es una cuestión de idiosincrasia. Nuestra posición de compatriotas crea sentimientos de complicidad, solidaridad y hasta compasión prueba de ello es que los artistas considerados más pegados en el territorio nacional, o sea que más suenan en la radio, no causan el mismo efecto en el extranjero y viceversa, los artistas que son reconocidos internacionalmente, aunque gozan de buena popularidad, respeto y admiración no tienen la misma difusión radial. Esto se debe a que al ser un producto foráneo, las exigencias son mayores y la complicidad y compasión desaparecen.
El mal manejo por todas las partes posibles involucradas del negocio han provocado apatía y pasividad en los fanáticos en general, pero sobre todo la programación radial es lo que más ha perjudicado. La radio tiene un poder incalculable que de no ser usado apropiadamente puede ser muy dañino. No se trata de negarle la oportunidad a nuevos talentos, o artistas menos populares sino de exaltar a los mejores, ignorando egos, celos y diferencias. Pregunto porque si actuamos tolerante y solidariamente con artistas que algunas veces son verdaderamente malos, no actuamos de la misma forma con artistas verdaderamente buenos pero con defectos de actitud, prepotencia etc.?, porque podemos aceptar la arrogancia de algunos artistas del mismo género de otros países pero a nuestros coterráneos los criticamos y castigamos?
Es imposible que el dinero no sea un protagonista en todo esto, mientras haya alguien dispuesto a pagar siempre habrá alguien dispuesto a hacer el trabajo y cobrar, sin considerar el movimiento como un todo, ni al mismo inversionista, ni a sí mismo, ya que todas estas malas prácticas a la larga ponen en peligro su propio bienestar y su empleo.
Pero si exaltamos a los mejores debidamente, varios inversionistas, artistas, productores, djs, etc. irán aceptando la realidad: "no cualquiera puede hacerlo bien", y todo lo que es perjudicial para el género ira mermando.
Panamá vive casi divorciada de lo que está pasando en la música a nivel mundial, hay canciones que son éxito en más de un mercado y aun así no tienen programación aquí, lo que demuestra la prepotencia, arrogancia y/o ignorancia de los que nos suministran la música.
Ahora bien, el sistema de programación radial computarizada no es utilizado en Panamá, por lo menos no por las principales emisoras y sobre todo en las emisoras del genero, igualmente los dueños de estas empresas muchas veces ignoran como se manejan las mismas, y no tienen un control directo. Lo que oímos en la radio es, por lo general, lo que el dj considera que es lo que debemos escuchar, y como en todo, no podemos generalizar y decir que todos son malos todo el tiempo. De tal manera que la mayor parte de la responsabilidad es de los djs, está en sus manos la música y está en sus manos corregir la escena local y de paso subir los estándares de calidad y exigencia...

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